jueves, 15 de diciembre de 2011

Hilario Barrero, Poesía en inglés: Mínimas maravillas

Hilario Barrero
Lengua de madera
(Antología de poesía breve en inglés)
La isla de Siltolá. Sevilla, 2011.


Sin prólogo, sin aparato erudito, dejando que los poemas se defiendan solos limpiamente impresos en lo alto de la página, Hilario Barrero nos ofrece una de las más fascinantes antologías poéticas que se hayan publicado nunca.
            La selección comienza con un poeta del siglo XVII, Richard Harris, pero se centra fundamentalmente en la poesía inglesa y norteamericana de los siglos XIX y XX. Lo único que tienen en común los textos seleccionados es la brevedad; en lo demás hay una inagotable variedad que abarca desde el chispazo ingenioso hasta la conmovedora intensidad de ciertos epitafios, pasando por la pincelada colorista y la protesta social. El gusto del antólogo –además de poeta, buen lector de poesía, cosas que no siempre van juntas— ha sido el principal guía.
            Algunos de los poetas antologados son bien conocidos y han sido muy traducidos al español. Es el caso de Emiliy Dickinson, Yeats o Pound. La lectura de sus textos nos permite darnos cuenta de la manera de traducir de Hilario Barrero: no se permite recreaciones personales, busca ante todo la fidelidad. El título del libro –que procede de un los poemas de Stephen Crane— sintetiza su teoría de la traducción: frente al poeta, el traductor parece hablar en una torpe “lengua de madera”. Pero esa lengua, en el caso de Hilario Barrero, es capaz de producir sonidos armoniosos, no solo de conservar el sentido original. Por eso son posibles dos lecturas de esta antología: una como antología de lengua inglesa, con las versiones sirviéndonos de ayuda, y otra que se centre solo en los textos en español, válidos por sí mismos.
            Si yo tuviera que hacer una antología de esta antología –cada lector hará la suya— comenzaría con un poema de Siegfried Sassoon, “Ellos”, una de las más eficaces diatribas contra la guerra que se hayan escrito nunca, y no dejaría de incluir los irónicos epitafios de Dorothy Parker, toda una sorpresa para quienes solo sabían de ella por sus precisos y desolados relatos.
            Pero casi en cada página hay una maravilla. El poema que da título al libro dice así: “Había una vez un hombre con la lengua de madera / que intentó cantar / y en verdad daba pena. / Pero había alguien que escuchó / el clip-clap de su lengua de madera / y supo lo que el hombre / deseaba cantar, / y con esto el cantante quedó satisfecho”.
            De Robert Frost, el poeta rural norteamericano que tanto tiene en común con nuestro Antonio Machado, se traducen varios poemas excelentes; el que quizá resulte más memorable tiene solo dos versos: “Perdóname, oh Señor, mis pequeñas bromas a tu costa / y yo te perdonaré la tuya inmensa a costa mía”.
            Langston Hughes, afroamericano, resulta curiosamente el poeta más ampliamente representado. Aunque su poesía, sencilla y eficaz, sigue conservando su fuerza, esta es una de las decisiones del antólogo que resulta más discutible. No le reprochamos, en cambio, que deje un amplio lugar para Charles Simic, con poemas muy diversos, sin desdeñar el ingenio ramoniano de “Sandías”: “Budas verdes / en el puesto del mercado. / Nos comemos la sonrisa / y escupimos los dientes”.
            No hay mejor recomendación para esta Lengua de madera que citar completas algunas de las mínimas maravillas que encierra. Un epitafio de Allen Ginsberg, por ejemplo, que es a la vez un nada sentimental poema de amor. Se titula “A las cenizas de Neal” y dice así: “Ojos delicados que descubrían montañas azules / al parpadear, todo ceniza, / pezones, costillas que toqué con el pulgar, ceniza son, / boca que mi lengua tocó una o dos veces, todo ceniza, / mejillas huesudas, suaves al contacto con mi vientre, son ceniza, ceniza, / lóbulos y párpados, juvenil bálano, rizado pubis, / cálido pecho, palma de hombre, muslo de colegial, / bíceps de jugador de béisbol, culo templado con piel de seda todo cenizas, todo cenizas de nuevo”.
            Hilario Barrero, que reside en Nueva York desde hace varias décadas, es uno de los mejores conocedores de la poesía norteamericana actual. Traductor de poetas como Jane Kenyon y Ted Kooser, en Lengua de madera nos ofrece, junto a los nombres que ya forman parte de la historia de la literatura, una muestra de numerosos autores contemporáneos de los que apenas tenía noticia, o no tenía ninguna, el lector español. Su libro sirve así además como excelente guía de lectura.
            La variedad de esta antología hace que pueda leerse como cualquier otro libro, de la primera a la última página, pero gana si la leemos abriéndola al azar por cualquier página: no hay ninguna que no nos sorprenda, nos emocione, o simplemente nos divierta. Es de esos libros que no necesitan leerse de principio a fin porque no tienen principio ni fin y por eso resultan inagotables.

3 comentarios:

  1. Estupenda reseña, José Luis. Estoy deseando leer esta Antología. Aun no la he encontrado en las librerías por las que me muevo.
    Herme

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  2. Gracias por la recomendación. Lo compraré. Saludos,

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  3. Aunque yo no soy muy dado a las antologías, esta me parece interesante, cómo sino íbamos a conocer a tanto poeta inglés y norteamericano y tan bien traducido cómo sólo lo puede hacer Hilario Barrero. Gracias Sr. José Luis por reseñar esta antología tan lucidamente. JB. el del...

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