jueves, 24 de octubre de 2013

De cómo Hugo Chavez se convirtió en Hugo Chávez

Hugo Chávez. Mi primera vida
Conversaciones con Ignacio Ramonet
Debate. Barcelona, 2013.

No goza de excesivas simpatías en España el mediático, en vida y en muerte, político venezolano Hugo Chávez (1954-2013). Es uno de los raros casos en que los medios de derechas y buena parte de los de izquierdas han coincidido en presentarlo como un golpista y un risible figurón. Pero, al margen de las mayores o menores simpatías ideológicas, se trata de un fascinante personaje y de uno de los pocos dirigentes políticos que han sabido plantear una alternativa al neoliberalismo económico tras la desaparición del bloque soviético, del llamado socialismo real.
            Al contrario que su maestro y mentor, Fidel Castro, Chávez llegó al poder tras unas elecciones libres y se mantuvo en él, hasta su muerte, con más controles democráticos que ningún otro dirigente (tuvo incluso un intento de golpe, aplaudido por muchos países democráticos, como España, y un referéndum “revocatorio” que no cumplió su objetivo). Eso hacía de él un peligroso ejemplo para los países de Latinoamérica que querían escapar de un sistema económico –el mismo que ahora muestra a la vieja Europa su peor cara– que les resultaba nefasto.
Convertido Fidel Castro en una reliquia de otro tiempo, Chávez era el enemigo a batir; y lo sigue siendo después de muerto. Así, por ejemplo, para arremeter contra el independentismo catalán, al escritor Jordi Soler no se le ocurre otra cosa que comparar los discursos de Artur Mas “y sus subalternos” (quizá se refiera a Oriol Junqueras) con “la verbosidad mística del comandante Hugo Chávez”.
            Ignacio Ramonet, siguiendo la línea de su Fidel Castro. Biografía a dos voces, publica ahora unas conversaciones con Hugo Chávez que constituyen una minuciosa, apasionante, ilustrativa autobiografía. Abarca desde su infancia pobre y feliz en Los Llanos novelados por Rómulo Gallegos hasta el momento, a finales de 1998, en que gana sus primeras elecciones. Las charlas tuvieron lugar a partir de 2008, cuando se cumplía la primera década del triunfo, y terminaron antes de que, en junio de 2011, aparecieran los síntomas de la enfermedad mortal. Nada hacía prever entonces ese final abrupto y trágico, y de ahí el tono autocomplaciente y feliz.
            El retrato simplista que se ha hecho de Hugo Chávez, la caricatura generalizada, resulta imposible de sostener tras la lectura de este libro. Pero se seguirá sosteniendo a pesar de las evidencias: el volumen tiene setecientas páginas y pocos de sus interesados detractores, o de quienes simplemente se han formado de él una opinión negativa por las recortadas y manipuladas informaciones de cierta prensa libre dependiente de espurios intereses empresariales, se animarán siquiera a hojearlo.
            La “verbosidad” de Chávez, de la que se burlaba Jordi Soler, no tenia nada de mística; alternaba el dato exacto con la anécdota ilustrativa, la estadística con el poema o la canción; nunca se desentendía de los interlocutores. Para ilustrar el acoso a los pueblos indígenas (todavía en los años setenta, cerca de la frontera con Colombia, “los terratenientes salían a matar indios como se matan venados”) cuenta un episodio del que él mismo fue testigo: “Estábamos patrullando, buscando a un grupo de indios porque una señora los había acusado de haberle robado unos cochinos. Llevábamos con nosotros a un baqueano, un conocedor de atajos, buen rastreador, y también –lo descubrí entonces– experto en cacerías de indios. Localizamos un grupo; nos recibió con una lluvia de flechas. Una me pasó rozando la cabeza. Afortunadamente, ninguno de los soldados resultó herido. Di orden de no disparar. Los indios se dispersaron y huyeron. En ese instante, en la espesura, escuché los alaridos de una india. Nos acercamos a la orilla de un torrente que iba muy crecido. Y ahí veo, en medio del agua, hundiéndose a una mujer que cargaba un bebé. Estaba aterrorizada; nos miraba con unos ojos que echaban llamaradas de miedo y relámpagos de odio porque llevábamos uniforme. No se me olvidarán jamás aquellos ojos. Yo estaba pensando en cómo sacarla de allí. Y entonces ¿sabe lo que me dijo el baqueano? ‘Capitán, ¡dispárele!’ Me quedé sorprendido: ‘¿Cómo?’ Volvió a insistir: ‘¡Dispárele, capitán! No son gente, son como animales. ¡Mátelos!’ Se me estremece el cuerpo todavía… Y no era mala persona aquel baqueano, no era un monstruo, yo lo conocía bien. Expresaba el sentimiento racista que allí imperaba”.
            El mismo sentimiento, aunque menos explícitamente criminal, que explica las burlas con que muchos acogieron el nombramiento de Evo Morales como presidente de Bolivia.
            La formación de un líder podían subtitularse estas páginas, por las que desfila el niño pobre que vendía los dulces preparados por su abuela en las calles de Sabaneta; el lector insaciable e incansable; el aspirante a jugador profesional de béisbol; el cadete al que castigan en la Academia militar por ser zurdo; el joven teniente disciplinado y brillante, descontento con la situación política de su país y que en algún momento pensó en pasarse a la guerrilla (pero algo ocurrió que le quitó definitivamente de la cabeza tal idea: “una emboscada donde mataron a siete soldados mal matados, es decir, una emboscada sin sentido. Yo vi a los muchachos, uno se murió en mis brazos prácticamente. Eran unos soldados-campesinos y los mataron por matarlos, sin ningún sentido ya de guerra ni de objetivo”).
            No solo habla de su propia vida Hugo Chávez en estas páginas; muy presente está también la historia de Venezuela y abundan las reflexiones sobre los acontecimientos fundamentales del siglo XX, que no siempre serán compartidas por el lector. Pero los desacuerdos y el detectar acá y allá una cierta incursión en el mito y en la hagiografía (en cierto modo, lo exige el género), no le restan interés al volumen ni impiden considerar a Hugo Chávez como una figura que ha marcado decisivamente la historia política de Latinoamérica.
            Chávez, a pesar de las burlas sobre sus interminables programas televisivos, era también un maestro de la oratoria, tanto en los discursos que duraban horas (y que tantas veces fueron objeto de interesada manipulación en los medios españoles), como en aquel otro de menos de un minuto que puso fin al levantamiento de 1992 contra Carlos Andrés Pérez (el presidente depuesto poco después por los suyos mediante un golpe “legal”) y que bastó para convertir un rotundo fracaso en una clara victoria. Y que, de algún modo, cambió la historia de un continente.
           


17 comentarios:

  1. De acuerdo en el punto de la manipulación interesada de los medios españoles, no en encontrar aceptable la manipulación de otro signo. El libro de Ramonet es el equivalente –en cuanto a pensamiento crítico- es el equivalente exacto al documental Franco, ese hombre, sobre el difunto dictador que padecimos: una entrevista laudatoria, un exacerbado panegírico. Como ya fue su también repugnantemente baboso libro sobre Castro.
    No digo que se pusiera a leer La rabia y el delirio, de Enrique Krauze, que parte de una posición ideológica muy distinta, pero con la ventaja de que Krauze es bastante más inteligente (y astuto) que Ramonet, recientemente Sexto Piso ha editado en España y México una excelente biografía, Comandante, de Rory Carroll, prologado por John Lee Anderson. Y por favor, no hable de alternativa en lo que se refiere a su política económica: como máximo alternativa económica si cuentas con enormes reservas de petróleo y con la suerte de que el descerebrado de Bush invada Irak y los precios del crudo alcancen el máximo histórico. Y aún así la economía de Venezuela está en caída libre, hiperdolarizada y con una inflación mayúscula, mientras que, mal que bien, Argentina, Chile o Brasil han avanzado poco a poco y desarrollado algo bastante semejante a una clase media.

    ResponderEliminar
  2. Y por cierto, ya que empieza con la cita de un escritor, Jordi Soler, sobre Chavez, añado otra de un escritor mucho más importante, Roberto Bolaño, que terminaba una conferencia con "Dios bendiga los campos de concentración para homosexuales de Fidel Castro y los veinte mil desaparecidos de Argentina y la jeta perpleja de Videla y la sonrisa de macho anciano de Perón que se proyecta en el cielo y a los asesinos de niños en Rio de Janeiro y el castellano que utiliza Hugo Chávez, que huele a mierda y es mierda y que he creado yo. "
    Parece que el Sr Bolaño tenía menos aprecio por la retórica de Chavez que usted o Ramonet.

    ResponderEliminar
  3. Todo es opinable, amiga Sofía. Y puedo estar equivocado. En lo que no creo estar equivocado es en considerar una patochada la cita que se hace del señor Bolaño. No creo que valga la pena tener en cuenta esa presunta ironía.

    JLGM

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, la "opinión pública"; qué barato les salió a los que dominan las televisiones y los demás medios de información troquelar el cerebrito de la gente...
      Pues resulta que los valientes y los que tienen algún atisbo de decencia son "demagos", "bufones", "dictadores"...
      Qué imbéciles hemos devenido y qué poca capacidad de crítica nos han dejado...
      Así resultó que el mejor, más apto y mejor documentado de los ministros de Felipe González -hablo de Fernando Morán- fue víctima de los manejos y de las insidias de quienes le tenían en la mira telescópica de su fusil: de la embajada yanky en Madrid salieron en tropel esbirros que se iban a encargar de propalar a los cuatro puntos cardinales los chistes más vejatorios y las envenendas chanzas, con el perverso fin de desprestigiar a un ministro que NO QUERÍA QUE ESPAÑA ENTRARA EN LA OTAN. Que yo sepa, nadie -y menos su jefe- se emplearon en poner al descubierto la vil campaña. ¿Cómo iba a ser de otro modo, si ya estaban tramando el vergonzoso referendum de SI a la OTAN?

      Eliminar
  4. Al igual que en la física y en las ciencias naturales se acude al empirismo, a la experimentación..., eso mismo debe hacerse en ciencias sociales. Sobre todo en éstas. La historia demuestra que las teorías se tuercen cuando se llevan a la práctica, y el comunismo es una buena muestra. El sistema que debía haber generado riqueza y abundancia para todos, llevó a la clase trabajadora a la miseria (Alemania del Este, Corea del Norte, Cuba...). Marx en sus teorizaciones no tuvo en cuenta que, si se suprime la iniciativa privada y el estímulo particular, se genera indolencia y depauperización. (Esto en cambio sí lo vio el refranero: "Lo que es del común, no es de ningún").

    Hay que aprovechar la experiencia, las enseñanzas extraíbles de la puesta en práctica de los sistemas políticos y económicos.

    Y lo que la práctica permite concluir es que lo único que eleva el nivel de vida de los países es la economía liberal de mercado, la iniciativa privada y la libre empresa. Ahora bien, esto debe combinarse con atención suficiente a los sectores desvalidos para garantizar alimentación, sanidad, educación y vivienda, siempre y cuando esa situación de pobreza se deba a causas ajenas a su voluntad (minusvalía, desempleo involuntario...).

    Esto es, a la luz de la experiencia, lo único que funciona.

    Por lo demás, debemos sentir desprecio hacia los "santones", "salvadores de la patria", caudillos, líderes carismáticos, jueces-estrella, los telepredicadores... Me gustan los políticos grises y eficaces que, desde su fértil discreción, resuelven problemas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sólo haciendo gala de una ignorancia sin lagunas de las características específicas de gobiernos como el de Chaves y de los estragos de las políticas neo-liberales en América Latina (increíblemente saludables en Europa hoy), puede afirmarse que "lo que la práctica permite concluir es que lo único que eleva el nivel de vida de los países es la economía liberal de mercado, la iniciativa privada y la libre empresa"; y agregar que esto debe ir acompañado de un suplemento caritativo de atención a "los sectores desvalidos"... Dando por sentada su buena fe, estimado Aitor, quisiera animarlo vivamente a interiorizarse con el seso bien frío en realidades como la de los nuevos gobiernos democráticos populares de nuestra América. El amigo JLGM ha sido capaz de una mirada justa, sin la hipoteca de mucho a priori en boga

      Eliminar
  5. A veces los políticos grises y presuntamente eficaces crean más problemas de los que resuelven.

    JLGM

    ResponderEliminar
  6. Lo de “suplemento caritativo” yo no lo he escrito. Si alguien prefiere llamar así a un sistema de protección social, es libre de hacerlo.

    En cuanto a lo demás, de verdad no es un planteamiento ideológico. Es (creo) la constatación de una realidad empírica y práctica. Los sistemas que ponen trabas a la iniciativa privada y a la libertad de empresa conducen a la pobreza de sus pueblos. Y por el contrario, los países más prósperos son aquéllos en que hay libre competencia y libertad económica para emprender, invertir y contratar.

    Está en la psicología humana. Lo privado siempre funciona mejor que lo público pues, si no hay estímulo particular y libre competencia comercial, la economía se desploma.

    El colectivismo es como el rey Midas pero al revés. Todo lo que toca lo convierte en miseria.

    Éste es predominantemente un blog literario, y ya que de literatura hablamos convendría recordar que el novelista Vargas Llosa concurrió hace años a las elecciones peruanas con un programa liberal (pero no liberal salvaje) y no fue votado mayoritariamente. El vencedor fue Fujimori, con un programa populista que acabó anegado entre ruina y corrupción (acabó yendo de viaje oficial a Japón y quedándose allí, de donde era oriundo: la realidad superó a la ficción).

    Nunca sabremos cómo habría evolucionado Perú si Vargas Llosa hubiera sido presidente, pero no es difícil imaginar que mucho mejor.

    Aitor Suárez

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hombre, don Kharrastko; nunca hubiese imaginado que eras tan derechista; con la que está cayendo tomo lo tuyo como una agresión... a mis meninges. Espero que a las de algunos más.

      Que nos den.

      Eliminar
    2. Puedo asegurarte, amigo Al, que todavía me emociono cuando textos de Marx, Engels o Trotsky. Se me eriza la piel porque en el fondo me identifico con esos ideales de equidad y solidaridad.

      Pero después veo el resultado práctico de esa doctrina, al menos en los sitios donde se ha aplicado (la antigua Unión Soviética, Albania, Corea del Norte, Cuba...) y me doy cuenta de que ha tenido una plasmación práctica indeseable. En lo económico (pobreza generalizada) y en lo político (opacidad, prensa única -Pravda-, purgas stalinistas, Gulag...). Fíjate que los más característicos sitios donde actualmente se reprime Internet son éstos: Cuba, Corea del Norte, China.

      Sin duda Marx y cía creían en la bondad humana, en la solidaridad de todos... pero por desgracia el ser humano no es así. No todos los seres humanos son así. La mayoría de la gente pierde el incentivo del esfuerzo cuando los medios productivos se colectivizan. Y esa indolencia arrastra al conjunto. Si no vale la pena esforzarse (porque al final los vagos entran en el reparto como los diligentes), entonces no hay estímulo personal y la economía se derrumba. Ésta es la triste realidad.

      Y por eso lo único que experimentadamente produce prosperidad es la economía de mercado.

      De todos modos, ello no es incompatible con una progresividad fiscal que favorezca la progresiva nivelación económica y con una protección social para los desfavorecidos, como muchos propugnamos.

      Es, en fin, mi opinión y espero no agredir las meninges de nadie.

      Eliminar
    3. La doctrina SOCIALISTA dice: "a cada uno SEGÚN SU TRABAJO". Queda claro, pues, que no va a ganar lo mismo el vago que el diligente, el zote que la lumbrera. Pero sin que existan las aberrantes diferencias que hay en la sociedad capitalista (cripto fascista, para entendernos, que todo es cuestión de oportunidad histórica).
      Si los experimentos llevados a cabo en la extinta URSS y en otros lugares del planeta han resultado frustrantes (y ahí habría que analizar los intríngulis, , que no todo fue deleznable en aquellos países: de hechp, conozco a personas inmigrantes del Este que echan de menos la seguridad y protección social de sus países, cuando gobernaban los "comunistas".
      Pero, a la hora de cantar las excelencias del capitalismo (del dichoso "modelo único", parece qqque se olvidad de que los regímenes de Hitler, de Mussolini, de Videla, de Pinochet, de nuestro Paquito, etc, etc, etc, etc, etc........ eran aventajados practicantes de ese sistema tan humano y tan poco represor, y que tan buenos resultados estamos viendo que da..., cuando tenemos la mierda a la altura de las parótidas.
      Si los ensayos de socialismo perpetrados hasta la fecha no han dado los resultados esperables, que tome el relevo la gente honrada y bien dispuesta que aún cree en el modelo. Haberlos haylos.

      Eliminar
  7. La coherencia del Sr Suárez queda clara cuando, después de haber rajado aquí tanto de la métrica, ahora resulta que se dedica a componer haikus. Como en política tenga la misma coherencia que en cuestiones literarias, cualquier día le vemos defendiendo aquí la dictadura del proletariado. Aunque bueno, he de decir que los haikus que perpetra no están mal del todo.

    ResponderEliminar
  8. Obviamente acepto la crítica. Gracias.

    ResponderEliminar
  9. Un pajarito me ha dicho que lea esta reseña.

    ResponderEliminar
  10. Pues me alegra que los pajaritos me hagan publicidad.

    JLGM

    ResponderEliminar
  11. es triste ver que aun hoy se crea en las soluciones mesianicas del socialismo-comunismo que a todas luces fracasaron en cada lugar donde se instauraron, ideologia malvada que secuestra al pobre con pan y adoctrinaminto academico y militar, que destruye la sociedad desde las propias familias, luego pobre del pobre, que se trate de levantarse porque ya ni su voz sera suya y sus hijos no tendran nocion de libertad distinta a la esclavitud de un secuestro del poder y el derecho de todos para disfrute de unos pocos... pecado es todo acto de injusticia sea cual fuere ........

    ResponderEliminar